martes, 29 de noviembre de 2016


Manyas, garrafas voladoras y feminismo.







Una sola vez fui a ver a Peñarol. No recuerdo contra quién jugaba. Fui acompañando a un novio. Aquella tarde me apropié de la actitud más futbolística que me fue posible y me metí en la Amsterdam. Era un momento de crisis de pareja y en una acto de entrega, en un brote de romanticismo fui al estadio, en fin, de todo se aprende.

En la tribuna, el panorama era, mínimo, impactante. Banderas, cánticos y gente exaltada. A mi lado había una familia con niños pequeños los cuales en su afán de imitación propinaban insultos como "juez chupa pija, te vamos a romper el orto, etc". Intenté sonreír y ser amable con la pasión peñarolense, pero la verdad es que todo aquello me resultaba desconcertante. Me sentí una mojigata e intenté (con mas torpeza que éxito) integrarme al sentimiento colectivo. Del partido no me acuerdo de NADA. 

-una breve aclaración, me gusta ver futbol, lo disfruto sinceramente, pero los fanatismos me trastornan, siempre, todos- 

Hoy hay gente horrorizada con lo que ha pasado recientemente en el estadio, indignación, porque un tipo tiró una garrafa, porque la policía no hace nada, por la violencia, que si les dan entradas o no, etc. Esta situación exige una respuesta concreta, la cual implicará medidas concretas y ese punto no es el que me interesa compartir.

Justamente lo que quiero es escapar de la anécdota. Creo que hay una silenciosa guerra civil, que se está librando a diario, en las canchas, en la esquina de casa, en el interior de los hogares. Hablan de "energúmenos del futbol" "inseguridad" y "violencia doméstica" como si fuesen problemas singulares, desconciertos a los cuales nos vemos sometidos los ciudadanos, por la violencia (siempre ajena) que ejercen sobre nosotros. Que estos hechos de violencia se mantengan en el plano accidental (como anécdota periodística), nos arrebata toda posibilidad reflexiva, no podemos pensar ni cuestionar lo que no podemos nombrar.

En mi experiencia en la Amserdam, vi una bandera que decía lo siguiente: "Mi madre, mi mujer y Peñarol".  Estas palabras se quedaron grabadas. 

Históricamente, el hombre se ha entregado a un "otro", más fuerte y poderoso. Su cuerpo era tomado y ofrecido a la revolución, la guerra, el Estado o la religión. Todos estos son hoy significantes rotos, caídos, vaciados de sentido y potencia. El Estado ha perdido su autonomía, el Ejército ha tomado otra significación luego del golpe de Estado militar, la Iglesia ha visto debilitada su fe y "nuestros" líderes revolucionarios han accedido al poder mostrando sin pudores su acomodación al sistema. Lo que me gustaría destacar es que el Estado, la Iglesia o la Revolución, exigían una posesión del cuerpo radical, dogmática y violenta. Cuando el Peñarolense escribe en su bandera "Mi madre, mi mujer y Peñarol" está intentando reconstruir un "otro" al que entregarse, a quien entregar su cuerpo, su alma y su potencia. Es un pedido básico, primitivo, desordenado y absoluto. La entrega que se reclama es también violenta, viril y radical. A mí lo de la garrafa no me sorprende.

Lo terrible es que ante esta situación de vacío, ante aquello que no se puede nombrar, es el pueblo el que reclama la vuelta de un Estado con mayor fuerza represiva, que ejerza su función de "otro" y nos entregue su vigilancia y presencia. Con esto no estoy minimizando las ineficiencias del Estado, sino manifestando la preocupación por la resonancia de una voz masiva que no encuentra otras salidas ni otros conflictos que no estén centrados en el reclamo de mayor seguridad, control y represión. 

Creo que aquello que no se puede nombrar, es un sistema de códigos violentos, social e históricamente construido, que ha puesto en el centro de la escena de forma sistemática el cuerpo del hombre, como cuerpo viril, activo, guerrero y violento. Creo que aun más nos cuesta nombrar nuestra participación en este sistema de códigos y nuestro rol en la perpetuación del mismo.

Todos formamos parte de este sistema, sí señoras y señores; capitalista, patriarcal, violento y opresivo.

El feminismo y las teorías queer que tantas resistencias generan y que tienen más detractores que conocedores, abogan por una revolución que ponga en escena otro cuerpo, no ya ofrecido a la guerra, al Estado, al consumo o al matrimonio, sino a la paz, a la libertad y a los cuidados. Es la construcción ideológica para el combate de lo establecido mediante prácticas disidentes, capaces de ejercer una violencia siempre simbólica, promotora de un movimiento subjetivo igualitario. 

Este es también mi esfuerzo por enunciarme, por nombrar, a la espera de otros que quieran sumar sus palabras y sus fuerzas. Ojalá que así sea. Sé que son muchos los que lo están intentando.

En lo personal, en conclusión, hay cosas que no volvería a hacer por amor, muchas, y sin duda una de ellas es ir a la Amsterdam a ver a Peñarol.  
   


jueves, 16 de enero de 2014

Summertime



No hago crítica de literatura, ni soy ningua experta, pero me interesó este libro.
Si están con ganas de incomodarse, de andar por recovecos, si les interesa la tensión que se establece en el horizonte de la palabra, esa lucha del pensamiento por expresar y nunca poder, si se sienten atraídos por la frontera del derrumbe: lo recomiendo.
Hoy me puse a leer una nota a la autora. Dejo algunos extractos, ah y si alguien lo ha leído o lo quiere leer que me cuente como le resultó.

“Creo que más que partir de la mentira yo parto de la incerteza. Parto del hecho de que cuando uno dice no dice exactamente lo que quiere decir, y que tampoco sabe lo que quiere decir; y que por más que uno de vuelta el lenguaje, decir una cosa o lo contrario, o no decir, lleva siempre a la misma sensación. Sí, sensación de batalla perdida, de que el lenguaje tiene un límite. Entonces uno dice y desdice, y en ese decir y desdecir recién está empezando a encontrar lo que quiere decir. Porque nunca entiendo que una cosa es la verdad; sino eso, y lo contrario. La batalla es infinita porque no hay unidad, y porque yo empiezo por creer que la voz literaria es una voz múltiple, una voz que contiene los múltiples yoes de uno, los múltiples modos de encarar cualquier hecho. En este sentido creo también lo que decía Onetti, que los hechos en sí no tienen importancia, sino lo que contienen o cargan. Entonces, el hecho y su contradicción, y la negación del hecho también -que sería la tercera forma de cortar el discurso- contienen la batalla del lenguaje que no puede acabarse nunca, pero en eso radica justamente su interés.
fijate que lo primero que nos hace sentir la separación con la madre es la palabra. La palabra muestra el hecho de que mi madre y yo no somos una misma cosa, que no hay unidad, entonces tengo que llamarla, tengo que encontrar la palabra. Y la otra separación -más grave todavía- es encontrar que entre las palabras y las cosas no hay ningún punto de unión. O sea, que la palabra sólo se encuentra en la palabra, que no remite al supuesto referente. La escritura toca precisamente ese tema, por ejemplo en Nietzsche: “no hay hechos sino interpretaciones”. Pero esas interpretaciones cómo se expresan si no hay palabras para decirlas, si las palabras remiten a otras palabras. En este sentido, considero que el tema fundamental de la escritura es no encontrar las palabras para aludir a ningún referente, y encontrar que tampoco existen los referentes, porque la literatura se cierra sobre sí misma”


miércoles, 6 de noviembre de 2013

Un encuentro (L y A)





Recientemente una amiga me hizo la siguiente pregunta: ¿Crees en el amor a primera vista? 

Al escucharla me di cuenta que hacía mucho que no pensaba en el asunto, así que me tome unos segundos para contestar, pero cuando la respuesta llego lo hizo con contundencia.

-No. Vivir es un derecho que tenemos que defender y amar también. Vivir es un acto creativo y amar también. Mira quizás hasta son la misma cosa.
  


 

viernes, 18 de octubre de 2013

Mi lamento de Jonás




Mi lamento de Jonás.

Ayer soñé algo que se parece a lo que sigue:

Una niña se desliza delgada como un horizonte, incrédula como Alicia, perdida. Un garbanzo extiende brotes verdes que se enraízan en sus piernas, poco a poco el verde le inunda, no puede evitarlo, se cuela por debajo de su falda, le habita cada uno de sus poros. Su nueva naturaleza clorofílica la estaca a la tierra, aterrada ve su cuerpo llenarse de brotes, pierde referencia, ahora su piel ya no es, no hay límite, es planta, árbol, enredadera. Florece mientras perece.

Al despertar varias ideas y referencias me vinieron a la cabeza, voy a dejar por fuera las interpretaciones personales, pero aquí voy compartir las referencias literarias que este sueño trajo a mi.
En primer lugar la más hermosa de todas es un poema titulado “Lamento de Jonás”. Antes decir que Jonás fue un santo, que castigado por Dios es tragado por una ballena y arrojado por esta días después a las orillas de una playa a condición de que cumpla su misión profética. 




Lamento de Jonás de Olga Orozco
Aquí suelo encontrar vestigios de otra edad,
Pero es mejor no estar.
Es difícil salir.
Y el corazón, en tanto,
Soy mi propio rehén,
¿Y quién ha dicho acaso que éste fuera un lugar para mí?"
"Este cuerpo tan denso con el que clausuro todas las salidas,
Este saco de sombras cosido a mis dos alas
no me impide pasar hasta el fondo de mi:
una noche cerrada donde vienen a dar todos los espejismos de la noche,
unas aguas absortas donde moja sus pies la esfinge de otro mundo.

fragmentos de panteones no disueltos por la sal de mi sangre,
oráculos y faunas aspirados por las cenizas de mi porvenir.
A veces aparecen continentes en vuelo, plumas de otros ropajes sumergidos;
a veces permanecen casi como el anuncio de la resurrección.
Porque hay trampas aquí.
Alguien juega a no estar cuando yo estoy
o me observa conmigo desde las madrigueras de cada soledad.
Alguien simula un foso entre el sueño y la piel para que me deslice hasta el último abismo de los otros
o me induce a escarbar debajo de mi sombra.
Me tapian con un muro que solamente corre hacia nunca jamás;
me eligen para morir la duración;
me anudan a las venas de un organismo ciego que me exhala y me aspira sin cesar.
¿en dónde el corazón,
el tambor de nostalgias que convoca en tinieblas a todos los relevos?
Por no hablar de este cuerpo,de este guardián opaco que me transporta y me retiene
y me arroja consigo en una náusea desde los pies a la cabeza.
el pausado veneno del verdugo,
el pacto con la muerte.

Por otra parte hace algo más de un año leí un pequeño libro  titulado “El intruso” en este Jane Luc Nancy, refiere a su experiencia personal luego de haber sido sometido a un trasplante de corazón. El libro reflexiona en torno al papel de la ajenidad, el lugar del intruso y se formula la pregunta "¿cuál es ese sujeto de la enunciación, siempre ajeno al sujeto de su enunciado, respecto del cual es forzosamente el intruso, y sin embargo, y a la fuerza, su motor, su embrague o su corazón?".  Las preguntas que subyacen son, dónde se aloja el yo, cómo superar el dualismo mente cuerpo, dónde habito si todo en mi puede ser intercambiable, dónde esta lo propio, dónde lo ajeno ahhhhhhh. 



¿Quién es este cuerpo mío?
¿Quién es?

miércoles, 9 de febrero de 2011

El Círculo





Mi madre sintió orgullo
ignorante de todo, animalmente genuina.
Confiada de abrir un hueco, 
entregada a una misión,
que no pudo más,
que perderse inútilmente, 
bifurcándose hasta desgarrar el amor.
Fue necesario un siglo
de moñas y cumpleaños
para que todo sea evidente.
Igual que ayer,
nacimos mudos nuevamente hoy,
ausentes de padres y perros amables.
Aquí, ahora, en esta cama, 
recién paridos, 
mejor es dejar a las espaldas que se despidan,
en calma, sin pretensiones.
Brotamos reincidentes de un agujero de palabras,
para olernos las caras
y perdernos, 
muertos de hambre
chicatos de ideas
decepcionados de haber sido, solo esto.
No vamos a salvarnos, nada de maravillas, no somos.
Que pena para nosotros.
Vergüenza de todos aquellos que debemos mirarnos así;
bicho poco extraordinario de la especie, 
casi lagarto, gusano, 
casi mariposa, pájaro.

Evidencia

Miro por la ventana.

No veo nada.

La noche no tiene la culpa,

eso sería fácil

una explicación feliz

de las que me gustan

de las que digo cuanto miento.

Pero no me gusta mentir.

Así que digo la verdad: son las doce del medio día

Por la ventana solo se ve negro.

Es un negro africano, pura raza, firme.

Que no aprieta lo que debería,

que no viene a estrujar donde pido que estalle.

Entonces miro por la ventana

No hay nada.

No se ve

ni África,

ni árboles,

ni la calle que debería estar exactamente donde no hay.

Nada nuevo.

domingo, 26 de diciembre de 2010



Año final, final de año.

Seres queridos, queridos seres….

Recta final, cuatro, tres días en cuenta regresiva. La excusa perfecta para salpicarse de promesas y venderse futuras mejores personalidades, expectativas confiadas de ser, en el que vine, en el próximo, en el que comienza, mejor que en este. Un buen momento para meditar, tomar de mas, comer de mas, para ser un poco más ancho, mas moreno, con gusto a sal, sentirse distinto…

Quería escribir algo para expresar mi alegría y dar las gracias, ya que en esta época del año me pongo más sensible de la normal y el vértigo de los afectos que se encadenan, terminan por encontrarme con las cosas que importan, con las que me importan, en la conciencia del paso del tiempo y en el amor infinito por las personas queridas.

El año que pasó, se ha vuelto inclasificable. Mucho mejor que malo y un poco menos que bueno, así que dejo que se deslice por un vértice indefinido, para aterrizar en el único terreno firme que encuentro, que es la dicha, las ganas de decir a todos quienes me acompañaron en este 2010 que no podría pedir más.

Felicidades!!!