jueves, 16 de enero de 2014

Summertime



No hago crítica de literatura, ni soy ningua experta, pero me interesó este libro.
Si están con ganas de incomodarse, de andar por recovecos, si les interesa la tensión que se establece en el horizonte de la palabra, esa lucha del pensamiento por expresar y nunca poder, si se sienten atraídos por la frontera del derrumbe: lo recomiendo.
Hoy me puse a leer una nota a la autora. Dejo algunos extractos, ah y si alguien lo ha leído o lo quiere leer que me cuente como le resultó.

“Creo que más que partir de la mentira yo parto de la incerteza. Parto del hecho de que cuando uno dice no dice exactamente lo que quiere decir, y que tampoco sabe lo que quiere decir; y que por más que uno de vuelta el lenguaje, decir una cosa o lo contrario, o no decir, lleva siempre a la misma sensación. Sí, sensación de batalla perdida, de que el lenguaje tiene un límite. Entonces uno dice y desdice, y en ese decir y desdecir recién está empezando a encontrar lo que quiere decir. Porque nunca entiendo que una cosa es la verdad; sino eso, y lo contrario. La batalla es infinita porque no hay unidad, y porque yo empiezo por creer que la voz literaria es una voz múltiple, una voz que contiene los múltiples yoes de uno, los múltiples modos de encarar cualquier hecho. En este sentido creo también lo que decía Onetti, que los hechos en sí no tienen importancia, sino lo que contienen o cargan. Entonces, el hecho y su contradicción, y la negación del hecho también -que sería la tercera forma de cortar el discurso- contienen la batalla del lenguaje que no puede acabarse nunca, pero en eso radica justamente su interés.
fijate que lo primero que nos hace sentir la separación con la madre es la palabra. La palabra muestra el hecho de que mi madre y yo no somos una misma cosa, que no hay unidad, entonces tengo que llamarla, tengo que encontrar la palabra. Y la otra separación -más grave todavía- es encontrar que entre las palabras y las cosas no hay ningún punto de unión. O sea, que la palabra sólo se encuentra en la palabra, que no remite al supuesto referente. La escritura toca precisamente ese tema, por ejemplo en Nietzsche: “no hay hechos sino interpretaciones”. Pero esas interpretaciones cómo se expresan si no hay palabras para decirlas, si las palabras remiten a otras palabras. En este sentido, considero que el tema fundamental de la escritura es no encontrar las palabras para aludir a ningún referente, y encontrar que tampoco existen los referentes, porque la literatura se cierra sobre sí misma”