Miro por la ventana.
No veo nada.
La noche no tiene la culpa,
eso sería fácil
una explicación feliz
de las que me gustan
de las que digo cuanto miento.
Pero no me gusta mentir.
Así que digo la verdad: son las doce del medio día
Por la ventana solo se ve negro.
Es un negro africano, pura raza, firme.
Que no aprieta lo que debería,
que no viene a estrujar donde pido que estalle.
Entonces miro por la ventana
No hay nada.
No se ve
ni África,
ni árboles,
ni la calle que debería estar exactamente donde no hay.
Nada nuevo.
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