Ella y ella se miran.
Es un tiempo que se despide.
A mi no me es posible discriminar cual llora y quien duda.
Pero les suecede lo que a todos.
La necesidad de saber donde comienzan y terminan las cosas.
(Son adorables.
No queda mas que puedan desear)
Pasó lo que podía suceder, se agotaron, se vaciaron la una en la otra.
Los contenidos se mezclaron y ya no hay.
Es el momento del despegue.
Libersarse tironeando de la piel quemada del verano.
Esa que deja mapas que se borran al rato.
Seguir camino, decir chau chau y pegar la cara a la ventanilla.
Ellas saben que no es bueno duplicarse; que es así como nacen los farsantes.
Este par quiere mas.
Pero viene a su encuentro la tentación de prometer (todos añoramos la perpetuidad del chasquido feliz).
Saben que endeudarse es la peor forma de duplicarse, es duplicarse en menos, pero duplicarse a fin de cuentas.
Es estar en algún lugar que no es este y estar en este modo (-) y no en este (+).
Ella y ella se miran.
Después de pensar doblemente todo esto.
Ambas dicen chau.
Y se van sin saber si lo consiguieron.
(ay! yo también dudo muchachito, dudo)
no jodas!
ResponderEliminaresto ya es mucho mejor que lo que varia gente hace por ahí!! arriba!
me hizo acordar (MUCHO) a un pequeño poema mío.
si te interesa, te lo muestro en algún encuentro :P
salir de la ostra, pero sin ensuciarse... eso debés hacer, muchacha