No hago crítica de literatura, ni soy ningua experta, pero me interesó este libro.
Si están con ganas de incomodarse, de andar por recovecos, si les interesa la tensión que se establece en el horizonte de la palabra, esa lucha del pensamiento por expresar y nunca poder, si se sienten atraídos por la frontera del derrumbe: lo recomiendo.
Si están con ganas de incomodarse, de andar por recovecos, si les interesa la tensión que se establece en el horizonte de la palabra, esa lucha del pensamiento por expresar y nunca poder, si se sienten atraídos por la frontera del derrumbe: lo recomiendo.
Hoy me puse a leer una nota a la autora. Dejo algunos extractos, ah y si
alguien lo ha leído o lo quiere leer que me cuente como le resultó.
“Creo que más que partir
de la mentira yo parto de la incerteza. Parto del hecho de que cuando uno dice
no dice exactamente lo que quiere decir, y que tampoco sabe lo que quiere
decir; y que por más que uno de vuelta el lenguaje, decir una cosa o lo contrario,
o no decir, lleva siempre a la misma sensación. Sí, sensación de batalla
perdida, de que el lenguaje tiene un límite. Entonces
uno dice y desdice, y en ese decir y desdecir recién está empezando a encontrar
lo que quiere decir. Porque nunca entiendo que una cosa es la verdad; sino
eso, y lo contrario. La batalla es
infinita porque no hay unidad, y porque yo empiezo por creer que la voz
literaria es una voz múltiple, una voz que contiene los múltiples yoes de
uno, los múltiples modos de encarar cualquier hecho. En este sentido creo
también lo que decía Onetti, que los hechos en sí no tienen importancia, sino
lo que contienen o cargan. Entonces, el hecho y su contradicción, y la negación
del hecho también -que sería la tercera forma de cortar el discurso- contienen
la batalla del lenguaje que no puede acabarse nunca, pero en eso radica
justamente su interés.
…fijate que lo primero que nos hace sentir la separación con la madre es
la palabra. La palabra muestra el hecho de que mi madre y yo no somos una misma
cosa, que no hay unidad, entonces tengo que llamarla, tengo que encontrar la
palabra. Y la otra separación -más grave todavía- es encontrar que entre las
palabras y las cosas no hay ningún punto de unión. O sea, que la palabra sólo
se encuentra en la palabra, que no remite al supuesto referente. La escritura
toca precisamente ese tema, por ejemplo en Nietzsche: “no hay hechos sino
interpretaciones”. Pero esas interpretaciones cómo se expresan si no hay
palabras para decirlas, si las palabras remiten a otras palabras. En este
sentido, considero que el tema fundamental de la escritura es no encontrar las
palabras para aludir a ningún referente, y encontrar que tampoco existen los
referentes, porque la literatura se cierra sobre sí misma”